Eliana Gutiérrez*
Las horas van marcando el tiempo, los tristes desenlaces se aproximaron: hombres, mujeres y niños yacen en fila esperando llegar a su cristiana sepultura.
Solo quedaron las fotos de la infamia y la cobardía de un otro episodio sangriento de nuestra historia.
Un coste más de lo que significó la lucha por justicia, dignidad y derechos.
Va ser en la madrugada del 24 de junio de 1967, que la maquinaria lista para acribillar al pueblo minero empieza a acallar las voces de inocentes.
Por órdenes del entonces presidente Rene Barrientos Ortuño, quien bajo ideas de prejuicio que en cada minero veía un subversivo, ordenó a los regimientos Ranger y Camacho avanzarán desde el departamento de Oruro hacia los centros mineros y abrieran fuego sobre la población, que se encontraba celebrando el solsticio de invierno con las tradicionales fogatas en medio de bailes y juegos, aquella noche de junio el dolor se aproximaba. Una vez más la familia minera tenía que morder el polvo de la muerte.
Los campamentos fueron tomados por asalto, el sonido de las metralletas acallaron la algarabía dando paso a la noche oscura y fría.
En la investigación del sociólogo Freddy Tarcaya «Masacres mineras del siglo XX», menciona el autor 20 muertos y más de 70 heridos. Pero lo que no se terminó por esclarecer fue sobre los 200 desaparecidos de lo que hoy conocemos como la Masacre de San Juan.
No se pudieron enterrar a los fallecidos, sin tregua prosiguieron las detenciones para luego abrir paso al deleite de los sádicos que disfrutaban torturando a los mineros.
Un pueblo atemorizado apenas podía salir y expresar su dolor, las radios Siglo XX y La Voz del Minero habían sido tomadas por la bota militar, la policía minera hacía de las suyas y detenía a cuanto subversivo creía encontrar, en estas redadas toman presa a Domitila Barrios de Chungara quien se encontraba embarazada, por la criminal tortura a la que es expuesta por el ejército, termina perdiendo a su bebé.
Una valerosa mujer, que en más de una vez demostró a su pueblo su valía. Una mujer de lucha incansable que en 1977 junto a 4 mujeres mineras y los padres Luis Espinal y Xavier Albo, hicieron frente al gran dictador Hugo Banzer Suárez.
Va ser la primera mujer de la clase obrera que en 1975, asistio a la tribuna del año Internacional de la Mujer, realizado por Naciones Unidas.
La frase que recordaremos de una emblemática mujer: «Nuestro enemigo principal es el miedo. Lo tenemos dentro».
*Psicóloga, Analista de temas políticos