Por Lisa Miller
El pollo a la plancha y el brócoli asado ya estaban fuera del horno. Virginia Sole-Smith, que lleva una década escribiendo sobre cómo piensan y se sienten las mujeres sobre su cuerpo —y cómo transmiten esos sentimientos a sus hijos a través de la comida—, está a punto de servir la cena a sus hijas, Violet, de 10 años, y Beatrix, de 6.
Sole-Smith intenta no ser una cocinera a pedido. “Respeta el esfuerzo”, dice, recordándole a sus hijas que si no les gusta lo que cocinó, hay otras cosas que comer en casa.
Lo que Sole-Smith espera modelar, dijo en una entrevista en su casa de Cold Spring, Nueva York, es que “es posible ser una madre que no vive únicamente al servicio de los demás”.
Hace un año, Sole-Smith publicó Fat Talk: Parenting in the Age of Diet Culture, una guía para ayudar a los padres a lidiar con su malestar y ansiedad ante el peso y la comida. En un momento en que fármacos similares a Ozempic permiten adelgazar, Sole-Smith se ha convertido en una de las activistas de la gordura más visibles del país, denunciando los prejuicios y la discriminación que sufren las personas con cuerpos más grandes.
Sole-Smith reivindica su propio derecho a ser “gorda”, el adjetivo preferido en su rincón de internet. En casa de Sole-Smith, no hay alimentos “buenos” o “malos” ni “sanos” o “no sanos”. Al liberarse a sí misma y a su familia de normas sobre la alimentación, Sole-Smith cree que tendrá más posibilidades de criar hijos orgullosos de sus cuerpos, que confíen en sí mismos para disfrutar la comida y se levanten de la mesa cuando estén llenos. Sirve el postre y los aperitivos junto con el plato principal; sus hijos pueden comer en cualquier orden.
Fat Talk es, en cierto modo, el manifiesto de Sole-Smith para liberarse de lo que los nutricionistas llaman “cultura de la dieta”: la enorme presión que sienten las mujeres estadounidenses, en particular, para ser delgadas y criar hijos delgados. Durante muchos años Sole-Smith cubrió temas de salud (incluso para The New York Times) y sus reportajes sobre la búsqueda de la delgadez provocaron su actual rechazo ante esa idea.
Para Sole-Smith, la “cultura de la dieta” ha llegado a simbolizar todas las aplastantes expectativas bajo las que viven las mujeres estadounidenses. En su boletín Substack y su pódcast, Burnt Toast, se pregunta si ajustarse a un presupuesto doméstico, cultivar un huerto solo con plantas autóctonas o limitar el tiempo que pasan los niños frente a las pantallas pueden considerarse dietas.
Sole-Smith se separó de su esposo, Dan Upham, en junio y ha tenido que reconsiderar muchos rituales familiares, incluida la cena. Sole-Smith y Upham intentaban cenar a la misma hora, pero, cuando se separaron, ninguno de los dos niños quería venir a la mesa. Entonces, Sole-Smith encontró una solución: liberó a sus hijos de la presión de conversar educadamente y les permitió leer en la mesa.
Tomado de: The New York Times


