La violencia contra las mujeres es una violación a los derechos humanos con efectos graves en el corto y largo plazo para las víctimas o sobrevivientes, su familia y la comunidad, señala el comunicado de prensa difundido este martes por ONU Mujeres.
La nota señala que una quinta parte (18%) de las mujeres y niñas de entre 15 y 49 años que han tenido en algún momento una relación de pareja afirma haber experimentado violencia física o sexual.
Menciona que, en los últimos 12 meses se registraron 243 millones de víctimas a nivel global y, de éstas, menos del 40%denuncióo solicitó ayuda por temor a ser culpabilizadas.
“El crecimiento de los casos, la falta de denuncia por temor, la profundización de la crueldad contra las mujeres nos obliga a considerar a este fenómeno como una pandemia, una pandemia que está en la sombra y que precede a la COVID-19”, sostiene la nota.
En el caso de Bolivia, se hace referencia a la Encuesta de Prevalencia y Características de la Violencia (2016) donde se revela que 7.5 de cada 10 mujeres ha sufrido alguna vez violencia a lo largo de su vida; que cada 2.5 días una mujer es asesinada; y que entre el 2013 y el 2018 solo se emitieron 1.13% de las sentencias condenatorias.
En ese sentido, afirma que la pandemia en la sombra revela que más de una tercera parte de las mujeres asesinadas intencionadamente mueren en manos de una pareja actual o anterior.
Según el Ministerio Público, en el país, hasta el 10 de noviembre del 2020, se registraron 104feminicidios. Bolivia, en los últimos cinco años, ha presentado los siguientes datos de feminicidio: 110 casos (2015), 111 casos (2016), 119 casos (2017), 128 casos (2018), 117 casos (2019) constituyéndose así entre los primeros tres países de la región con los índices más altos de feminicidio según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Los datos dan cuenta clara de que se enfrenta una pandemia que se mantiene en la sombra y que se ha profundizado con la llegada del COVID-19.
En ese sentido, para superar la pandemia de la violencia se deben considerar varias entradas: la prevención como el elemento fundamental, la atención oportuna y efectiva a las víctimas y sobrevivientes, la superación de la impunidad; la construcción de un pensamiento con tolerancia cero a la violencia contra las mujeres. Estas entradas para la acción efectiva requieren:
a) Colocar a las mujeres en el centro de la transformación de las políticas, las soluciones y la recuperación a la crisis por la COVID –19.
b) Incluir la lucha contra la violencia en todos los planes para enfrentar la COVID-19.
c) Asignar mayor presupuesto a las instituciones que brindan atención a mujeres afectadas por la violencia.
d) Aplicar la legislación nacional y fundamentalmente los plazos que se dan para el proceso que inician las mujeres víctimas de violencia sin revictimizarlas.
e) Generar sistemas de evaluación del personal que atiende a mujeres víctimas de violencia para asegurarla aplicación de la norma y la perspectiva de género y de derechos humanos en la gestión de los casos.
f) Desarrollar estrategias de prevención que incluyan a los sistemas de comunicación y educación
g) Mantener registros actualizados sobre la violencia hacia las mujeres y las niñas que permitan la generación de evidencia.
“La violencia contra las mujeres y niñas, hoy más que nunca, requiere del compromiso de todas y todos. Como nunca, la crisis amenaza con borrar décadas de progreso. Las mujeres deben estar en el centro de la respuesta y la recuperación ahora”, concluye.