La orden ejecutiva firmada por el presidente levanta la controvertida prohibición que impuso su predecesor alegando la supuesta “disrupción” y el coste de la inclusión del colectivo.
Fue uno de esos decretos en 280 caracteres, los que caben en un mensaje de Twitter, con los que Donald Trump acostumbraba a agitar su presidencia. Meses después de llegar al poder, en 2017, el republicano anunció que prohibiría al Departamento de Defensa reclutar a personas transgénero. Tras la firma del preceptivo memorando, la medida entró en vigor el 23 de marzo de 2018, propinando un mazazo al colectivo de personas transgénero, el eslabón más débil de la comunidad LGTB, que con la Administración de Barack Obama vio posible el cambio de sexo cuando ya formaban parte del Ejército. Este lunes, en su sexto día en la Casa Blanca, cumpliendo una promesa de su campaña electoral, el presidente Joe Biden ha firmado una orden ejecutiva que levanta la prohibición.
“El presidente Biden entiende que la identidad de género no debe ser una barrera para el servicio militar, y que la fortaleza de Estados Unidos se basa en su diversidad”, dice la Casa Blanca en un comunicado. “Permitir a todos los estadounidenses cualificados servir a su país en uniforme es mejor para el Ejército y mejor para el país, porque una fuerza inclusiva es una fuerza más efectiva. Expresado de manera sencilla, es hacer lo correcto y es por nuestro interés nacional”.
La firma de la orden ejecutiva supone la prohibición, con efecto inmediato, de que cualquier miembro del Ejército sea expulsado por su identidad de género. Podrán servir y quedar registrados bajo su género una vez hayan completado su transición. El decreto encarga además a los departamentos de Defensa y de Seguridad Nacional que revisen los historiales de servicio de los militares que fueron despedidos o rechazada su reincorporación por temas de identidad de género. Ambos departamentos deberán presentar un informe sobre sus progresos en el plazo de dos meses.
La medida aprobada este lunes contaba con el apoyo del recién confirmado secretario de Defensa, el exgeneral Lloyd Austin, con quien el presidente se ha reunido este lunes por la mañana en el Despacho Oval. Ya durante su audiencia de confirmación en el Senado, la semana pasada, Austin habló de la necesidad de revertir la prohibición de Trump, que había agitado el ambiente en el Pentágono durante estos cuatro años. “Apoyo el plan del presidente de revertir la prohibición”, dijo. “Si eres apto y estás cualificado para servir, y puedes mantener los estándares, se te debe permitir servir”.
La medida, así como la prontitud con la que se ha tomado, subrayan la disposición de la Administración Biden a abordar los asuntos sociales pendientes en el Departamento de Defensa. Este mismo fin de semana, Austin anunció que pondrá en marcha un estudio para analizar cómo ha gestionado el Pentágono recientes polémicas de abusos sexuales. El primer secretario de Defensa afroamericano habrá también de ocuparse del asunto del racismo en el Ejército, que volvió a salir relucir con la revelación de que cerca de un 20% de los arrestados tras el asalto al Capitolio el pasado 6 de enero, animado por grupos de supremacistas blancos y de la extrema derecha, tienen relaciones con el Ejército.
Hasta hace algunos años, las personas podían ser excluidas del Ejército por ser transgénero. Pero en 2016, durante la Administración Obama, se decidió que aquellos individuos transgénero que ya estaban en el Ejército podrían seguir sirviendo de manera abierta. Y se estableció que, a partir del 1 de julio de 2017, el Ejército podría reclutar a personas transgénero. Pero Trump, después de su llegada al poder, en enero de 2017, quiso retrasar la fecha y pidió estudios adicionales para determinar si permitir a personas transgénero podría afectar a la capacidad del Ejército. Pocos meses después llegó el tuit de Trump: “Nuestros militares deben estar centrados en una victoria decisiva y completa, y no pueden estar sometidos a la carga de la tremenda disrupción y los costes médicos que acarrearían los transgénero en el Ejército”.
La prohibición, que finalmente entró en vigor en abril de 2019, tras dos años de batalla legal, también implicaba que el Ejército no costearía ninguna operación de cambio de sexo salvo aquellas imprescindibles -por motivos de salud- para aquellos que ya hubieran comenzado un tratamiento hormonal. Hasta 14.700 militares estadounidenses, según datos de 2019, se identifican como transgénero. El Pentágono, según sus propios datos, gastó ocho millones de dólares entre 2016 y 2019 en tratamientos para personas transgénero. Su presupuesto anual total es de 50.000 millones de dólares. En 2018, los cuatro jefes de la cúpula militar confirmaron en el Congreso que no hay constancia de que el servicio de personas transgénero ocasione la disrupción que sugería el tuit de Trump en el que anunciaba la prohibición.
Colectivos de activistas llevaban todos estos años luchando contra la prohibición. Alegaban que el Pentágono no necesita seguir analizando una situación que ya ha sido estudiada y que el Ejército estaba perfectamente capacitado para permitir el ingreso de personas transgénero si se tomaba la decisión que este lunes ha tomado el presidente Biden. (El País)