La primera mujer ‘número dos’ de la Administración atribuye parte de su logro a “las que vinieron antes”
Kamala Harris se vistió de feminismo y unidad para hacer historia. La primera vicepresidenta de Estados Unidos llegó a las escalinatas del Capitolio protegida por un abrigo color morado, símbolo de la lucha por la igualdad de género y el color que se forma de la unión entre el azul demócrata y el rojo republicano. A las 11.40 de este miércoles, Harris rompía tres techos de cristal: se convertía en la primera mujer en jurar como número dos de la Casa Blanca, también en ser la primera persona negra y de origen asiático en lograr la vicepresidencia del país. Horas antes, publicó un vídeo en las redes donde agradecía su logro a “las mujeres que vinieron antes”. El mayor reconocimiento se lo dedicó a su madre, Shyamala Gopalan, quien a los 19 años llegó a Estados Unidos desde la India, con la creencia de que en ese país “un momento como este es posible”.
Con el rostro solemne —solo se quitó la mascarilla para asumir el cargo— y la mano en alto, Kamala Devi Harris (Oakland, California, 56 años) juró sobre la Biblia del juez Thurgood Marshall, el primer afroamericano en formar parte del Tribunal Supremo. En sus memorias, Harris lo califica como uno de sus héroes, una inspiración para su activismo político. En 1992 le escuchó en un discurso: “No podemos jugar al avestruz. La democracia simplemente no puede florecer en medio del miedo”. Su testimonio la empujó a sembrar una carrera de éxitos que se contará en los libros de Historia: fiscal de distrito, fiscal del Estado, senadora, y desde este miércoles la primera vicepresidenta de Estados Unidos.
“Lista para servir”, escribió Harris en su nueva cuenta de Twitter, @VP, tras jurar el cargo ante la jueza Sonia Sotomayor, la primera hispana en el Supremo. Gracias a Harris, también ha hecho historia su marido, Douglas Emhoff, convertido en el primer segundo caballero. Antes de la ceremonia, el expresidente Barack Obama susurró a Harris: “Estoy muy orgulloso de ti”. Las mascarillas no ocultaban la emoción de ambos mientras chocaban sus puños cubiertos por guantes en la fría, pero luminosa, jornada de investidura.
En una jornada plagada de simbolismos, Harris llegó al edificio federal escoltada por el afroamericano Eugene Goodman, uno de los agentes que se enfrentó a los atacantes del Capitolio e intentó evitar que llegaran hasta el Senado. El rostro del heroísmo en uno de los episodios más oscuros en la historia del país. Al terminar, su antecesor, el republicano Mike Pence, la acompañó mientras bajaba las escalinatas. Era la imagen de la transición entre los dos números dos, después de que Donald Trump se negara a participar en la investidura.
La vicepresidenta juró en el Congreso, que deberá frecuentar más de lo acostumbrado. En las últimas elecciones, el Senado quedó dividido en 50 escaños para los republicanos y otros 50, incluidos dos independientes, para los demócratas. Harris podrá romper cualquier posible empate en favor de su partido, dado que su nuevo cargo implica ser también la presidenta de la Cámara alta.
En las militarizadas calles del centro de Washington aparecían algunas jóvenes con camisetas de Harris o de la Universidad Howard, su primer hogar académico, buque insignia de la educación negra. Arlynne Maxwell, blanca de 40 años, viajó desde Utah para participar en la ceremonia, aunque fuera a distancia. En una mano cargaba un ramillete de rosas rojas y en la otra, un cartel en el que se leía: “Queridas mujeres de color, gracias a las mujeres de color”. “Ellas salvaron nuestra democracia, votaron en cifras récord por un equipo que devolverá la decencia y honestidad a la Casa Blanca”, sostiene Maxwell frente al cerco policial que impedía el paso a la avenida Pensilvania, donde tradicionalmente se celebra el desfile inaugural, suspendido en esta ocasión por la pandemia y también por motivos de seguridad.
Guiño universitario
En la calle U, cerca de la Universidad Howard, varios puestos improvisados vendían camisetas con el rostro de la exalumna Harris. Hace un año, en los jardines del centro educativo, la ahora vicepresidenta anunció su candidatura a la presidencia. Los guiños a su universidad siguieron este miércoles, cuando Harris lucía collar y pendientes de perlas. Precisamente, con el nombre de Veinte Perlas se conocía a las fundadoras de la hermandad Alpha Kappa Alpha, AKA, la primera con letras griegas para afroamericanas y de la que Harris formó parte cuando estudiaba la carrera de Derecho.
Hay muchas expectativas puestas en la figura de Harris. Joe Biden, de 78 años, ha sugerido que será presidente solo un mandato. Si se cumple, el camino de la vicepresidenta para la carrera presidencial de 2024 estaría despejado. Podría exhibir el legado de esta Administración, que promete sanar a Estados Unidos con un colosal proyecto económico y social. Arropada por su partido, Harris sería la candidata para romper el techo de cristal de la Casa Blanca que ha mantenido a las mujeres al margen del Despacho Oval. Hasta el momento ha tenido éxito rompiéndolos. (El País-España)